domingo, 29 de septiembre de 2019

Oración y Lectura

Oración y Lectura

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El pecado nunca será algo de lo que nos podamos sentir orgullosos, al contrario, el pecado siempre traerá consigo vergüenza, es por ello que la mayoría de nosotros al cometer un pecado no sentimos avergonzados, puesto que hemos sido llamados a ser fieles a Dios, pero nuestra naturaleza carnal muchas veces nos gana la partida y terminamos haciendo lo que no queríamos hacer.

Y es que no vamos a negar que a pesar que ahora somos hijos de Dios siempre hay ciertos hábitos en nuestra vida que nos avergüenzan. Nosotros podemos ver a un persona exteriormente, y posiblemente refleje mucha santidad y un excelente testimonio, pero en ocasiones esas personas que tienen muy buena apariencia en la intimidad están luchando constantemente con pecados que los avergüenzan y hasta roban autoridad porque el enemigo está constantemente acusándolos de hipócritas.

Reflexionando en ello me doy cuenta que en muchas ocasiones estamos atados a pecados que bien pudiéramos dejara fácilmente, y digo “fácilmente” porque aunque para nosotros parezca algo difícil de superar la realidad es que todo pecado está al alcance de superar para la persona que lo sufre, lo único que se necesita para ello es la determinación de dejarlo, porque Dios siempre ha estado allí para apoyarnos y fortalecernos.

Muchas personas pasan años pidiéndole a Dios que les quite ese pecado que tanto les avergüenza, pero mi pregunta es: ¿Qué estás haciendo tu para dejarlo?, ¿Acaso queremos que del cielo baje un ángel y nos evite cometer ese pecado que quizá diariamente cometemos?, eso no pasará.

Haber dejemos claro algo: DIOS SIEMPRE ESTA DISPUESTO A AYUDARNOS, la ayuda de Dios siempre está allí, pero lo que no siempre está allí es la disposición del ser humano para poder superar eso que nos causa vergüenza pero que de una u otra forma nos gusta hacer porque nos causa un placer que luego se convierte en vergüenza y hasta frustración.